La imprevisibilidad de la vida comencé a entenderla cada vez que iba aproximándome a la infinidad de disposiciones y modelos que se han utilizado y, por supuesto, se siguen creando, en el jazz. Qué es lo que tenemos con aquel estilo tan joven y denso solía preguntarme, mientras proyectaba mentalmente la música de variedades tan innumerables, en la que caía al contemplar las posibles soluciones en cada frase de mi improvisación. En Cada instante se abre una luz, o una sombra, que inevitablemente me llevan en alguna dirección. No entiendo exactamente la precisión con la que debemos contar para hacer la vida de tu fraccionado arte musical, una obra admirable y universal. El primer aspecto es mucho más sencillo de imaginar y, por lo tanto, de conseguir, pero el segundo deseo acarreaba los conflictos más escurridizos, que casi siempre eran inalcanzables por mi pensamiento. Debía realizar el trazo vivo de un camino en el que los hombres y mujeres, de toda la humanidad, habida en la tierra y su espacio próximo, entiendan el sentido que trasciende cualquier frase o imagen individual, que al contemplarse desde el inicio hasta el final, es decir, desde que tu humor o algún compromiso te conducen a sentarte frente a ese instrumento, que facilitará tu huída del mundo latente, hasta que la distracción o la obligación de no ser un egoísta te obligan a volver a un espacio devorado por el silencio y sentenciado por los rezagos mas desquiciados de tu pleno vuelo, o, en su defecto, colosal defecto, un abrumador sonido de palmas.
Yo por el contrario no creo en la universalidad de mi modelo de vida, y dudo que exista alguno en particular. Es aquí donde descubro el contraste nada coherente entre el camino de mi vida y los caminos de mi jazz. Por el contrario el jazz no pierde valor con respecto a la vida por tener distintas oportunidades de realizarse, supuesto que es contradictorio con el sentido de vida que manejamos nosotros los mortales. El jazz es una forma definida que suele perderse en la imaginación debido a la infinidad de soluciones que puedes barajar, y por qué no, analizar, en instantes más ínfimos que un segundo, llegando a su esencia que implica un concepto de libertad, así como en la vida.
El jazz es una masa de oportunidades que suelen ser coherentes, el obstáculo es que uno no prepara la mente para recordar cada uno de las frases y salidas recurridas en su historial musical, esto sería un serio daño moral para el artista, y podrían llegar a ser los traumas del artista. El jazz se pierde en su mismo supuesto hasta el punto de dejar de llamarse jazz, la vida pierde su esencia hasta el punto de dejar de llamarse vida, Y un implícito instinto, que tal vez no existe, me hace andar, seguir adelante, porque el dios del tiempo tiene infinitas peticiones, y de seguro las mías no son lo suficientemente importantes para que me brinde ciertas prerrogativas.
Voy comprendiendo el arte de vivir y a pesar de tal descubrimiento cada vez me envuelve en una tormenta que solo es aliviada por mi capacidad de huir del mundo en mis momentos musicales.
Aterradoramente libre.